martes, 21 de agosto de 2007

CUENTO - LAS OCHO MARAVILLAS DEL MUNDO III PARTE


Buenas de nuevo

En este caso nos dirigiremos a Agra, donde esta el mayor mausoleo que ha echo nunca el hombre, el famoso Taj Mahal. si alguien gusta de las historias de amor esta es sin duda la mejor y más grande historia que se haya echo del amor de un hombre hacia una mujer.

No tengo espacio en mi cámara para sacar la majestuosidad que veo con mis ojos, es sin duda, la mayor y eterna señal de amor que ha existido y que existirá seguramente en el tiempo y es que el paso de los años, nunca acabara con este mausoleo que es sin paliativos la mejor obra de arte que ha echo un hombre jamas.

No hay nada más profundo para cualquier viajero que sentarse en uno de los bancos que hay por todo el Jardín del Paraíso y admirar la silueta del impresionante Mausoleo recortada sobre un cielo limpio, que poco a poco se tiñe de rosa al caer la noche, mientras de fondo, en las afueras del Templo, en la ciudad, en Agra, una pequeña localidad situada al norte de la India, en el Estado de Uttar Pradesh, oímos los cánticos y las oraciones propias de estas gentes. Y así, mientras admiramos la soberbia perfección de todo el conjunto; su simetría; los estanques que, como una llave dorada y perfecta, abren el camino hacia el templo de mármol, entre flores de lotos que flotan sobre sus aguas, nuestra mente vaga absorta, solitaria, olvidada de tanto turista como nos rodea, y rememoramos casi con lágrimas en los ojos la triste historia del emperador Sha Jahan.

Sha Jahan conoció a su amada Arjumand en un bazar donde ésta vendía cristales. Admirado por su belleza no fue capaz de dirigirle la palabra en un primer momento; perseguidos por los ejércitos de su padre, el Emperador, por culpa de esa relación, tras dos esposas y cinco años desde aquel primer encuentro, se unieron en matrimonio. Arjumand pasó a ser conocida como Mumtaz Mahal, “la elegida del palacio”. Durante años fueron una pareja enamorada, que vivían el uno por el otro; ella era su acompañante fiel en todas sus campañas; él la colmaba de regalos, de detalles, de flores, de diamantes. Tras la muerte del emperador Jehangir, Sha Jahan ocupó el trono. Dos años más tarde, en 1630, sobrevino la tragedia…

Allí, sentado en aquel banco, con los últimos rayos de sol reflejándose en aquella obra de arte, mientras mi mirada se dirigía hacia la silueta que se perfilaba en las aguas del estanque, me imaginé la secuencia final… en plena campaña militar en Burhanpur, al nuevo emperador le avisaron de que el 13º parto de su esposa se complicaba. Sha Jahan corría desesperado hacia su tienda, con el tiempo justo de cogerle la mano y darle su último adiós.

Después se gasto una fortuna, en crear el mausoleo del Taj Mahal, si no que después se recluyo a si mismo en un palacio y derogo todos sus poderes en sus hijos.

Saludos

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